"Sé de los fantasmas que habitan en ti,
del pozo frío y oscuro del que no logras salir.
De los cristales atravesando tu garganta gris,
y ya sólo contemplas una forma de dejar de sufrir.
Pero también guardo en la memoria
todos los momentos en los que te vi feliz,
el brillo que emanaban tus ojos,
tu inconfundible forma de reír.
Pero también sé que, tras la tormenta,
todas las nubes logran desaparecer
y que tus flores heladas y marchitas
vuelven nuevamente a florecer.
La ilusión puede volver.
Distinta, pero puede volver.
Lo que daría por agarrarte a la vida,
conduciría a todos tus monstruos hacia el paredón.
Lo que daría por agarrarte a la vida,
pero sólo tú, sólo tú puedes jugar a ser Dios.
Ven junto a este árbol,
cerremos los ojos al sol.
Quiero que sientas cerca mis manos.
Háblame de tu dolor.
Aunque no entienda, me quedo a tu lado
y apago la voz.
A veces, la simple presencia
es la mayor comprensión.
Pero sé bien de esa escalera con la que sueñas,
que te lleva hacia una luz
y amarra fuerte a la tierra
toda esta amarga esclavitud.
Acuérdate de que en esta orilla
hay un ejército que lucha con amor,
sin juicios, ni culpas, ni reproches.
Llevan por escudo un corazón.
La ilusión puede volver.
Distinta, pero puede volver.
Lo que daría por agarrarte a la vida,
conduciría a todos tus monstruos hacia el paredón.
Lo que daría por agarrarte a la vida,
pero sólo tú, sólo tú puedes jugar a ser Dios".
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